¡Bol…sas para la basuraaaa…
Bol…sas para la basuraaaa! …
¡A mil… a mil el paquete…
A mil… a mil el paqueteeee! …
Pregona con sinfónica voz el invidente, cuyo deambular por la calle del barrio se hizo costumbre los domingos en las tardes.
Él, es un hombre alto, flaco y de piel morena; el cual luce en su rostro un par de lentes negros que ocultan su ceguera. En una de sus manos lleva prendido un viejo y humilde bastón que le sirve de guía para no tropezar…
El eco de su voz, resuena en mis tímpanos y, cómo fantasma que agrada recordar; va esfumándose tal cómo se le escucha su voz y su figura, hasta perderse entre el bullicio de la gente, el ladrar de los perros y, el ruído del chorro de agua que cae al tanque, donde muchas veces bañaron a Danielito, Danielita y a Jhonattan.
…En medio de mi monólogo, llega el recuerdo de la rítmica y argentina voz de Danielito, quien con la más dulce gracia; solía remedar al invidente, repitiendo cual si estuviese personificándolo: “ ¡ bol…sas para la basuraaaaa…. A mil … a mil el paqueteeee ¡ “
Mientras que el amor a los tiernos recuerdos va creciendo, igualmente aumentan los pasos de los que emigran a lejanas tierras, (…) Y la ciudad va quedando sin los de ayer.
¡ Así, el tiempo pasa ¡
En tanto, por la calle de mi barrio, sólo, pero; con la dosis de amor con que se puede vivir, (…) Muy feliz, casi cantando: “ Bol…sas para la basuraaaa “ el invidente sigue pregonando: “ A mil … a mil el paquete “
martes, 14 de agosto de 2007
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1 comentario:
Gracias wlson esta muy bonito el poema yo tambn extraño mucho a todos ustedes y aver cuano nos podemosbolver a ver. Saludes a todos y k los kiero muxo.
Daniel Orlando Zuluaga Montes.
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