En la soledad de mi silencio
escucho voces,
y vibran igual que las llamas
ardiendo en mis recuerdos.
¡Ayeres!... ¡Ayeres!... Vividos;
espinas, rosas y claveles
que ahogados han estado en el olvido.
Impregnada llevo el alma
de sueños y de objetivos;
de metas que se han cumplido,
mientras el tiempo pasa y ,
en medio de esta soledad silenciosa;
sólo me queda el recuerdo
del aguijón de una espina…,
y ¡el aroma de una rosa…!.
FUE PUBLICADO EN EL PERIODICO EL MUNDO DE MEDELLIN
lunes, 16 de julio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario